Sentí un leve cosquilleo en la espalda; recorriendo toda mi columna hasta llegar, inevitablemente, al hueco entre el hombro y el cuello, convirtiéndose en escalofrío y luego en una extraña sensación de éxtasis mezclada con rareza.
Preferí mostrar cierta ausencia, mantener el mentón en alto y mirar hacia adelante.
Detrás nuestro, se abalanzaban estrepitosamente las llamas, de un lado hacia el otro, quemando todo a su paso, dejando ruinas maltrechas.
El fuego lo consumió todo, inclusive mis recuerdos; dejándome solamente con aquel hombre a mi lado que, tan solo por una corazonada, sabía que había sido importante en mi vida.
Prometiéndome que mi memoria volvería.